¿Por qué el COVID-19 ha necesitado de diseñadores?

El coronavirus es invisible pero cuenta con una identidad visual.

El mundo está detenido a causa de una pandemia sin precedentes. Así, el inicio de esta década se vive con la experiencia mundial compartida del confinamiento. Ésta experiencia tiene la singularidad, entre muchas otras, de ser llevada (y sobrevivida) con la infraestructura tecnológica en comunicación que tenemos al alcance y que ha demostrado una funcionalidad y aceptación que no deja lugar a dudas.

De esta manera, uno de los mensajes que circula predominantemente en ésta red de comunicación es la insistencia en hacer respetar las reglas del confinamiento. El torbellino de estos mensajes multimediales van desde los informes oficiales, los consejos empresariales, las noticias, los memes, las estadísticas, y, sin duda, la exposición de vivencias personales.

Todo esto se habla, se dice, se escucha y se ve; no obstante, la causa del problema es invisible. El COVID-19 no se puede ver en la calle, no aparece ante nuestros ojos. Se trata de una amenaza directa al cuerpo de la que parece que no podemos defendernos porque no podemos verla. No obstante, esto no es una limitación para darle un rostro. De hecho, tenemos la capacidad de convertir en imagen perceptible cualquier cosa: un pensamiento, una emoción, una sensación y, claro, un mundo microscópico.

Partiendo de su aspecto perceptible gracias a los microscopios electrónicos, han proliferado múltiples diseños para representar al virus. De esta manera, todo el mundo puede ver quien es su enemigo mortal: una esfera con una serie de protuberancias distribuidas a lo largo de toda su superficie.

Las diferencias estilísticas y formales son evidentes en cada caso de representación; no obstante, se repite una base reconocible con la que podríamos decir que el COVID-19 tiene un rostro reconocible gracias a las múltiples representaciones que se encuentran en los medios de comunicación.

De esta manera, la eficacia en los mensajes emitidos se ha hallado en mostrar la cara del virus. Se ha requerido de presentarlo ante la mirada para evocar de manera directa toda la serie de valoraciones que giran en torno ha nuestra actual problemática de salud pública.

Encontramos, finalmente, que el COVID-19 se ha “viralizado” dos veces: como agente infeccioso que ataca el cuerpo humano y como imagen que repetidamente se presenta ante nuestros ojos.

Compilation de représentations graphiques de COVID-19 qui ont été utilisées par différentes organisations à travers le monde.

Couverture: Image au microscope électronique d’un échantillon provenant du premier cas américain de COVID-19. Hannah A Bullock; Azaibi Tamin. https://phil.cdc.gov/Details.aspx?pid=23354

Gidef
Selfies no more. El reto del retrato en la pintura de Manuel Sosa.